Los truenos son el rock celestial,
Que calman mi alma del desesperar,
Que reaniman mi cuerpo de la fatiga gradual
De vivir todos los días intentando despertar.
Miles de gélidos dedos me tocan,
Y manos heladas acarician mi piel,
El frío ardiente en mi cuerpo provoca,
Un amor extasiarte al sentir su poder.
Extiendo mis alas con gran emoción,
Logro sentir bajo su peso la forma,
De un cuerpo incorpóreo que fusiona
Mi fría frente con sus gotas.
Susurros de miles de fantasmas en el aire,
Ponen en trance mi mente revuelta,
Me reponen de fuerzas como la sangre
Que todos los días recorre mis venas.
Y bebo de sus labios el agua que cae,
Y abraso su forma de cuerpo intangible,
Llorando mis ojos observo las lagrimas,
Soñando en el sueño que todo ser vive.
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