Los muertos no duelen

Cuando ya la sangre no corra por la venas
¿Qué se derramara?
¿Y en que lugar quemaran las velas
Si la piel pálida esta?

Cuando los ojos estén vidriosos
¿Quien llorara?
Cuando el alma este en cielos hermosos
¿Quien amara?

Cuando el corazón ya no lata
¿Que se romperá?
Y cuando los labios estén fríos
¿El beso… donde estará?

En el pecho el tambor
Ya no repicará
Y un témpano helado
En las costillas solo habrá.

Y los pulmones aun tibios
Si respirarán,
Habrá movimientos vacíos
En un cuerpo de cristal.

Pero hueco como la muerte
Dentro solo encontrarás
Mil dolores en fragmentos
De un corazón que muerto está.

Añoranza

Sufro por sufrir,
Por tener una mente caprichosa
Que recuerda mil rostros muertos
En un mar de libros viejos
Con cientos de páginas rotas.

¿Que me ha quedado?
Un escozor punzante
Cuando las pupilas centellantes
Nublan mis iris verdes
Que solo ven grisáceas
Luces que no se pierden.

Recuerdo lo enterrado
Viviendo en un pasado
Sin sentido…
Pues solo son fantasmas
Que me arrastran a las sombras
Del olvido…

Con mis puños llenos de oro,
Lloro por el peso
Del plomo de ayer,
¡Plomo bienamado!
Querido y entregado
A las olas del destino
Para dejarlo correr.

Pero aun pesa ese pasado
Ese plomo emancipado
De las rejas de mi pecho,
Aun duele ese punzante
Sonoro lírico y fragante
Deseo de que esos seres
¡Vuelen alto y adelante!

Apaga la luz.

Apaga la luz…
Pues hoy necesito oscuridad,
Sierra las persianas
¡No me despiertes!
No quiero ver brillo en un tiempo más.

¿Prenderas un cigarro conmigo?
Si… destruirá mis pulmones el fumar,
Es solo por hoy…
Mientras las tinieblas perduren,
Serás mi única amada, querida soledad.

Solo una sombra negra sentada a mi lado,
Con una mirada de gran profundidad,
Casi tan vacía como la mía…
Pero mis ojos reflejan aun más oscuridad.

Ven querida, miremos las estrellas,
Mientras estiro el cuello lo podrás cortar,
Ven querida, bebe mi sangre,
Compañera inseparable
Eternamente me tendrás.

Apaga la luz
Pues es muy falsa,
Mil lamparillas no me pueden alumbrar,
Mi corazón sigue en tinieblas,
Eres única amante sincera,
Tan pura, tan bella… soledad.

Efimero

No te quiero a mi lado para siempre,

No quiero que tu piel se marchite en mis manos,

Ni que tus ojos me observen atentamente

En un torbellino eternamente encandilados.



No te quiero a mi lado para siempre,

“Siempre”… es un periodo muy extenso,

El universo volvería a comprimirse,

Y seguiríamos allí, en cielo e infierno.



“Siempre”… ¡que locura! Me ha enseñado

Esta vida tras mil magulladuras.

Cuanto más aprietas más se escapa

Cuanto más razonas más se ensaña la locura.



No quiero estar a tu lado para siempre…

No se que tan “amor” será mi “amar”,

No quiero una eternidad en tus ojos

Pero que tal si te quedas… unas horas más.



Y nuestras manos jóvenes serán felices,

De otros dedos suaves estrechar,

Quédate a mi lado hoy… tal vez mañana,

Tal vez la vida, instantes dichosos nos pueda regalar.



Nos abrasaremos mientras nuestras sonrisas estén vivas,

Mientras nuestros ojos aun sepan brillar,

Danzaremos al compás de las estrellas

Sabiendo que algún día acabara este hermoso vals.



Déjame ser Odette, el cisne encantado,

Déjame tomar tu mano para así volar,

Se que despertare del sueño… y dolerá mi alma,

Pero valdrá la pena tal riesgo tomar.



Ya se desprenderán los corazones del abrazo

Cuando nuestros pies al unísono dejen de danzar,

Por cielos distintos marcharemos expresos

Pero tras el último abrazo, nuevas melodías sonaran.



No quiero que te quedes para siempre

Pero regalémonos un trozo de eternidad,

No mires el futuro ¡el aun no existe!

Se feliz hoy, el tiempo se ocupara de lo demás.

.

Soy yo

Todo lo que duele soy yo…

Soy yo la que siente que el alma se le parte,

Soy yo la que siente el pecho herido

Y una flecha atravesada y perdida en mi sangre.

Soy yo la que se siente perdida en nubes espesas,

La que tiene los ojos húmedos,

La que corriendo solo se tropieza.

Soy yo y mi corazón, y mi torpeza,

Y mis ojos y mi corazón y mi alma,

Y mi piel y mi corazón y mis errores…

Soy solo yo… yo y mi corazón,

El principio de la perdición,

Yo y mi sinrazón,

Los ojos en medio de un monzón.

Como huir de mis propios pasos,

Corriendo de mí sombra,

Agazapándome en mi propia locura

De la que me escondo pero me encuentra,

Soy solo yo el factor común,

De cada una de mis tormentas.

La plebeya

Con ojos llorosos

Miraba la plebeya

Con su príncipe encantado

Caminar a la princesa.

El brillo de sus ojos

Nada envidiaba al sol,

Sus suaves manos

Eran aves dignas de amor.

Con garganta temblorosa

Sollozaba la plebeya

Al ver la gran suerte

Que poseía princesa.

Natural era que del príncipe

Poseyera el corazón,

Encantadora su sonrisa,

Melodiosa era su voz.

Con el corazón partido

Saltaba la plebeya

A un pozo de agua

No pudiendo ser princesa.

Acabose con su vida

Sin decir adiós,

Tan hermosos se veían

El príncipe y su amor.

Unica referencia

Cuando caes en un foso profundo y negro, das contra el fondo quebrándote los huesos y solo ves penumbras… ¿pero cuando el fondo nunca llega?

Todo es oscuridad y vacio, no hay penumbras, no hay paredes, ni cielo ni suelo, no hay referencias más que el propio cuerpo que contiene un alma igual de vacía…

Soy solo yo, desnuda en el espacio, sostenida en medio de la nada por nada, respirando un aire que se acaba, escudriñando en la oscuridad inexistente, sin referencias, sin sol o estrellas… sin nada que seguir.

¿A dónde ir cuando los pies no pisan suelo? ¿Donde acurrucarse sin rincones a la vista? ¿Hacia dónde volar si no existe el cielo, y mis alas están rotas, y las plumas de estas alas se deslizan?

¿A que aferrarse? Entre las macabras sombras logro ver mis dedos, ¿de dónde viene la luz? Pregunto inquieta, y me respondo con sorpresa y ojos abiertos, que tal procede de mi pecho.

Ya nada existe…

Ya nada hay…

Ya no hay confianza, la única sértela es la eternidad.

Cada luz que parecía candil seguro, se apaga, luciérnaga muerta, hoguera anciana, solo quedo a la deriva, no hay nada que seguir, no hay nadie a quien amar.

La luz que me alumbra, proviene de mi alma, soy mi única referencia, mi única confidente, el camino, la meta y la pisada.

Allí esta mi sostén, un circulo comienza desde su punto central…

Alli...

Allí donde la negrura fusiona
El mar calmo con el despejado cielo,
Allí donde hay islas mágicas
En el reborde de un horizonte eterno.
Allí, donde se ven Marte y Venus
Más brillantes que nunca,
Allí…
Donde las telas de arañas se enredan
Y rompen desapareciendo…
Sin ser más que bruma.
Allí, en aquel lugar recóndito,
En una esquina olvidada del universo
Luego de tanto buscar y rendirme,
Luego de tanto soñar y dormirme,
Luego de tanto amar y morirme…
Allí…
Sin aviso o intuición de los cielos,
Sin esperanza o dolores intensos…
Allí…
Te encontré a ti.

Sácame

Bloqueaste tu corazón a mi mirada,
Borraste de tu vida mi compañía,
Fuiste indiferente ante tan desesperada
Sed avasallante de ser vuestra amiga.

Pues yo no pedía nada
Más que ojos comprensivos y manos calidas,
Pues yo no pedía nada
Solo una voz dulce que al llorar me consolara.

Eliminaste mi nombre de tu vista,
Extirpaste mis pupilas de tu corazón,
Me elevaste hacia el cielo desde un pozo oscuro
Y me lanzaste al vacío sin mostrar compasión.

Cubierta de barro y de orgullo
Salí nuevamente a la rugiente luz
Con furia, con odio, con amor y delirios
Y en el medio del pecho una sangrienta cruz.

Bórrame de tu vida por siempre,
Mas yo tu nombre siempre recordare,
Me mostraste que hay más seres que vuelan
Pero las alas no siempre denotan el bien.

Amnesia

Oh, malvada memoria,
Que olvida al corazón dolorido
Oh, traicionera memoria,
Borra las heridas con un solo suspiro.

¿Seré capaz de olvidar la muerte,
Saltar al abismo y con surte
Sobrevivir impune
A una caída más?

Oh maldita memoria
Que me fallas cuado más anhelo
El beso rugiente
Que el suelo me hizo morder.

¿Será posible
Que con una simple mirada
De sus ojos de agua
Yo me pueda perder?

¿Seré tan tonta
De morirme ahogada
En esos besos tan dulces
Que hicieron a mi barca
En naufragio caer?

Ah, no es posible que la pena,
Se vuelva tan vana
Cuando el corazón late
Ansioso por volver.

Ah, no es posible
Que un río de lágrimas
Se evapore por un sol
Formado por lámparas.

¡No corazón!
¡No incites mi amnesia!
¡Déjame firme recordar el dolor!

No corazón
No borres las heridas
¡Son el escudo que me hará usar la razón!

Hoy que tienes
Los labios sobrios y el lecho frío,
Hoy que tienes
Como compañera a la soledad y sus ojos vacíos.

¿Ya te has aburrido,
De su presencia sombría y sus dedos lívidos?
¿Ya estas cansado
De solo recibir caricias de un viento helado?

Hoy que me ves
Como si me vieras por primera vez,
Hoy que me escuchas
Como recuperado de una sordera astuta.

Hoy… recién hoy,
Me quieres luego de un invierno temprano
Hoy, nunca ayer
¡Hoy viéndote solo reclamas mi abrazo!

Hoy no mereces
Mi fuerte voz ni la calidez de mis manos,
Hoy no mereces
Palabras dulces al oído ni despertar a mi lado.

Tal vez mañana
Si aparece el sol y evapora la escarcha,
Quizás mañana
Se descongele mi corazón con una jornada calida.

Y solo entonces
Con la sangre ya seca y las heridas cerradas,
Podré saber
Si mereces que vuelva a ser tu enamorada.

El elixir

En juventudes remotas
No se le quiso acercar.
No confiaba en tales estados,
No creía que la ayudara a escapar.

Nunca, hasta ese fatídico día
Se había aventurado a esa ciénaga,
Y dejado hundir lentamente
Hasta por el dolor verse ciega.

Y entonces dejo fluir
Por su pulcra garganta
El elixir que nubla la mente,
Al veneno que en vida mata,
Y que el corazón reciente.

Rió como hiena,
Llorando como cocodrilo,
Y se perdió en la soledad llena
De oscuros delirios.

Tirito en cama de amados
Que no la supieron amar,
Despertó con el estomago vacío,
El pecho frió,
Y el elixir dando mucho que pensar.

Quemo su garganta y su imagen
En quienes la hubieron de ver.
Murieron sus certezas
Y nublaron sus valores
Llorando mares al no parar de beber.

Pues es elixir de penas,
Suero de verdades,
Fertilizante de lágrimas
Y destructor de amistades.

Pues debilita voluntades,
Y pechos rojos vuelve negros.
Mágica agonía traerá tanto placer…
¡Alejaos del elixir!
Antes de que ya no halla
Más cosas a perder.

Más me amarán las bosques

La vida humana se me escapa,
Toca mi piel y se desliza,
La vida humana se me escurre
Como entre los cabellos las brisas.

La vida humana tanto duele
Cuando la quiero sentir,
Preferiría ser espíritu
De estos bosques, o morir.

Pues más feliz será la ninfa
En los lagos recónditos,
Que mi corazón en el bullicio
Rodeado de seres y tan solo.

Yo quisiera ser espíritu
No más denso que las aguas
Y deslizarme por ellas
Por buenos caminos llevarlas.

Tan feliz se ven las hadas,
Tan alegres las ondinas,
Parecería poder verlas
Y entre el verdor seguirlas.

El amor humano se me escapa,
No fue hecho para mí,
Más me amaran los bosques
Me sera mas facil ser feliz.

La belleza

La belleza del cisne
Soñó ser poesía,
Y la belleza de la poesía
Quería ser fragancia,
Y la pureza de la esencia
Añoraba ser pintura
Mientras lo hermoso de la pintura
Quiso ser canto de ruiseñor.

Y lo bello del canto
Pudo hacerse poesía,
Porque la belleza de la poesía
Era la misma de la fragancia
Y la fragancia descubrió
Ser lo que el cisne aneló.

Pues la belleza entendió
Que ella no era poesía,
Comprendió no ser fragancia,
Ni pintura, ni cantor.

La belleza no mora en gargantas,
Ni en colores,
Ni en fragancias.
La belleza no es creada,
Ni la redacto hoy.

La belleza solo alumbra
Al vehiculo armonioso
Que atrae su presencia
Y se plasma en la creación.

La condena del poeta.

Somos prisioneros
Que sonríen tras las rejas,
Somos amantes de la condena,
¡Bendita nuestra condena!
Cantara siempre el poeta,
Hermosa nuestra condena,
Pues de las venas
Se escurre la tinta
Que dibuja cada palabra,
Y las lágrimas inspiran
Las frases que se cantan.

Corazón translucido y de cristal,
Esa es nuestra condena,
La de ver al mundo desolado
Y sangra por cada daga
Que la injusticia allá empuñado.

Esa es nuestra condena
La de amar sin ser amados,
¡Bendita nuestra condena!
De una poesía esbozado.

Siéntanse muy dignas
Todas nuestras musas,
Siéntanse felices
De nublar el corazón
Pues nuestra condena existe
Para despertar la inspiración,
Y esta solo llega
Cuando en el alma hay amor.

¡Bendita nuestra condena!
Pues por ella vivimos
Con tanta intensidad hasta morir,
Esta es nuestra condena
¡La razón para escribir!